Dulces de Halloween: un festín monstruoso (y delicioso) para todas las edades
Halloween es una de esas fiestas que combina diversión, sustos y ¡muchos dulces! Pero ¿de dónde viene esa tradición de pedir «truco o trato» y por qué siempre se asocia la fiesta con seres terroríficos?
La tradición de pedir dulces tiene raíces mucho más profundas de lo que podría esperarse viendo las películas o series en las que familias enteras van de puerta en puerta con sofisticados disfraces que pueden dar miedo o despertar alguna sonrisa.
Halloween, como muchas fiestas modernas, viene de la antigua celebración gaélica de Samhain, el 1 de noviembre, una fecha en la que se creía que el velo entre el mundo de los vivos y los muertos era más fino. Durante esa noche, la gente dejaba ofrendas de comida, incluidas frutas y dulces, para calmar a los espíritus y evitar sus travesuras.
Con el tiempo, la costumbre de dejar comida evolucionó, y en la Edad Media surgió la tradición del «souling» en países como Irlanda o Inglaterra, en la que niños y pobres iban de casa en casa pidiendo comida o “soul cakes” (pasteles del alma) a cambio de rezar por los difuntos. Esta práctica entronca con el día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos, con los que coinciden en fechas.
Al cruzar el Atlántico debido, sobre todo, a los emigrantes irlandeses que llegaban a Estados Unidos, esta costumbre se transformó en el conocido trick-or-treat, «truco o trato» de hoy en día, donde lo más esperado son las golosinas. Sin embargo, fue en el siglo XX cuando esta práctica de ir pidiendo dulces puerta por puerta se popularizó en Estados Unidos, en un contexto ya mucho más secular y festivo, con disfraces y una fuerte influencia comercial.
Así que, sí, el truco o trato es una versión americana moderna que tiene sus raíces en tradiciones europeas como el souling, pero ha tomado una forma más enfocada en los niños, los dulces y el entretenimiento.
¿Y los disfraces? Los celtas se disfrazaban de seres terroríficos para pasar desapercibidos entre los espíritus. Actualmente, los monstruos de Halloween, desde vampiros a momias o brujas, se han convertido en los compañeros perfectos de nuestros dulces, de forma que ya no se concibe un Halloween sin ese toque azucarado.
Dulces clásicos de Halloween: chocolates, caramelos y mucho más
Se podría decir que hay tantos dulces de Halloween como disfraces desfilan esa noche por calles y fiestas. Desde los chocolates que se visten de murciélagos y fantasmas, hasta las gominolas y caramelos más coloridos, incluyendo versiones más exóticas, como los panes de muerto mexicanos que son pura tendencia o nuestros tradicionales buñuelos (que, aunque técnicamente no sean dulces de Halloween, se consumen en estas fechas) hay un dulce para cada paladar y para todas las edades.
1. Chocolates
Imposible no mencionarlos. Las casas de chocolates aprovechan la ocasión para lanzar versiones «horripilantes» de sus productos, con envoltorios temáticos y formas divertidas: calabazas, murciélagos o brujas con multitud de sabores y variantes pueblan los escaparates estos días, haciéndonos la boca agua.
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2. Caramelos y golosinas
Las gominolas en forma de calaveras, dientes de vampiro o gusanos son las favoritas de los más pequeños. ¡Nada como un dulce que además da un poquito de miedo! Y además son perfectas para regalar cuando momias, condes Drácula o familias Addams enteras toquen a la puerta con el consabido “¡Truco o trato!”
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3. Pasteles y galletas.
Halloween es también la ocasión para hornear galletas en forma de calabaza o murciélago, decoradas con glaseado de colores e incluso hacer tartas de color naranja, el tono halloweenero por excelencia. Son ideales para una fiesta en casa con o sin niños alrededor.
Como complemento a esta jornada festiva está la opción de elaborar un dulce especial y casero, como esta receta muy sencilla de golosinas de Halloween que se puede hacer con los más pequeños.