Niños, adolescentes y adultos no solo necesitamos vacaciones, también necesitamos rutina, y está en nuestra mano hacer de ella una plácida cotidianeidad.
Llegar a casa supone retomar hábitos saludables e iniciar nuevos. Es posible que los adultos en vacaciones ganen algún kilito que, sin necesidad de medidas drásticas, con la vuelta a la rutina se perderán sin mayor esfuerzo.
Lograr que toda la familia lleve una alimentación adecuada para afrontar la vuelta a los quehaceres diarios, y así conseguir la energía necesaria para llevarlos a cabo, requiere de planificación, que es la madre de toda organización.
Planea semanalmente los menús de toda la familia, y a partir de ahí, elabora la lista de la compra.
En general, las familias disfrutan en casa de dos o tres comidas diarias: el desayuno, la merienda (en el caso de los niños) y la cena. Los fines de semana, salvo alguna salida a un restaurante, todas las comidas son en el hogar.
Además, si tienes hijos, es muy posible que tengas que pensar en el pequeño almuerzo que llevan al cole.